Con el fin del verano y la disminución de las temperaturas, muchas familias dejan de utilizar sus piscinas. Sin embargo, cerrarlas de forma segura no solo es una tarea de mantención, sino también una medida esencial de prevención de accidentes, especialmente en hogares con niños o mascotas.
Si se trata de piscinas desmontables, el primer paso es vaciar parcialmente el agua o cubrir completamente la superficie con una lona resistente, bien asegurada en los bordes. Existen cubiertas de seguridad especialmente diseñadas que soportan peso y evitan caídas accidentales.
También se recomienda instalar barreras físicas o rejas con cierre de seguridad, de al menos 1,2 metros de altura, para impedir el acceso sin supervisión. Estas medidas deben mantenerse durante todo el otoño e invierno, aunque la piscina esté fuera de uso.
Además, es fundamental retirar elementos que puedan ser escalados cerca de la piscina, como sillas o juguetes. Y si se utilizan productos químicos para mantener el agua, estos deben almacenarse en lugares seguros y fuera del alcance de menores.
Cerrar una piscina con responsabilidad es parte de una cultura de prevención que protege a toda la familia.